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Campanya socialista a l'Incresa |
Mucha de esta gente que ha ocupado los bloques de diez durante las décadas de los setenta y ochenta ahora han abandonado el barrio. Una vez consiguieron ese lugar para vivir con dignidad, decidieron seguir soñando. Esta vez, con comprarse el coche del jefe y tener el mismo horario que él. Estos bloques no están vacíos ahora, están más llenos que nunca. La historia se repite. Familias que buscan un lugar digno para hacer que su familia pueda vivir con dignidad y trabajo, esta vez estas provienen de Ecuador o Marruecos.
Para los que marcharon de los bloques de la Incresa, los años 90 han sido algo parecido a un sueño. Años de frenesí. Se compraban casas, no para vivir, sino para intentar especular con ellas, abrían negocios dónde no tenían que aguantar a ningún jefe, veraneaban en Benidorm dejando a los abuelos en la Alpujarra. Se estiró tanto de la cuerda que esta ha cedido, se ha roto. Despertaron. La crisis estalló y les ha petado en la cara a la mayoría. Las casas no se venden, las empresas no tiran para adelante y los que han ido escalando en su puesto de trabajo de toda la vida, se han visto en la calle firmando el pacto del hambre.
Los resultados de ayer en el Baix Llobregat demuestran que la gente no quiere afrontar la realidad. Prefieren vivir de sueños y comer de algo. El adiós a la comarca roja es una apuesta de la gente humilde en su afán por dejar de serlo algún día.
És ben bé que el teu món canvia...
ResponderEliminarAra només falten els Ajuntaments que històricament són comunistes, com el Prat, oi?
Salut, llumenera!
Tot canvia, a vegades, massa ràpid.
ResponderEliminarSalut, Martí.