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jueves, 18 de noviembre de 2010

Obama camina sobre un terreno minado

Han pasado dos años desde la elección de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos. Obama se convirtió en un fenómeno de masas durante su campaña y durante el principio de su andadura como presidente. Un arma mediática con un mensaje claro de esperanza y cambio tanto en su país como en el resto del mundo. Muchos llegaron a pensar que la revolución en el mundo político estaba llegando, que otros tiempos mejores se avecinaban. Llegaron incluso a darle el Premio Nobel de la Paz. En aquella época llegaba yo a la universidad. Alumnos de cursos superiores y profesores también se mostraban ilusionados, el Yes, we can era garantía de parecer "progre" y, a la postre, dárselas de enterado en política. Después de escuchar tantas alabanzas por todos lados hacia el nuevo presiente decidí mostrar mi desacuerdo con el ambiente. No recuerdo la asignatura, ni tampoco el profesor; recuerdo mi voz temerosa diciendo “¿Creen que va a cambiar el mundo? ¿De verdad?”. Mi escepticismo no fue bien recibido en el aula. Muchos de aquellos que me miraron con cara de rechazo tendrían que reflexionar sobre el verdadero margen que tiene Obama para gobernar.
Barack Obama

Dicen que cuanto más alto se llega más dura será la caída. Dos años después, Obama se ha encontrado recientemente con su primer revés electoral. Si bien es cierto que otros presidentes como Bill Clinton hicieron frente a una situación peor en la primeras elecciones después de ser elegidos, no se puede pasar por alto que la ilusión por Obama se ha evaporado. Un hombre al que su propia figura mediática le ha superado. Un hombre que no ha podido hacer frente, de momento, a unas expectativas tan altas. Posiblemente mucha gente olvidó en su momento precisamente eso, que era tan solo un hombre.

¿Está limitado este hombre ante el sistema democrático de EEUU? La respuesta está bien clara: . Jean Ziegler, miembro del comité consultivo del Congreso de Derechos del Hombre de la ONU, señala que Obama camina sobre un “terreno minado”. Para Ziegler, Obama tiene “tres líneas rojas en EEUU que no debe cruzar. No debe ofender al complejo industrial militar, ni a Wall Street ni al lobby sionista de su país”. Los lobbys, una de esas palabras que mucha gente utiliza sin saber a ciencia cierta su significado pero que puede darnos diversas pistas sobre el tema que nos atañe.

Según el SIPRI (Stockholm Internacional Peace Research Institute), el instituto más prestigioso en la investigación de las industrias armamentísticas, EEUU gasta 528,7 millones de dólares en defensa, el 46% del total mundial en este negocio. Ya en 1961 Eisenhower alertaba del poder del llamado “complejo militar industrial”. Años después, éste sigue vigente.

La última crisis económica que ha puesto patas arriba a medio mundo es la muestra del poder que tienen los mercados financieros en este contexto de mundo globalizado, otra de las líneas que Obama no puede cruzar ,según Ziegler. Ellos también le marcan límites a Obama, y también lo hacen con el resto de presidentes.

La última pata a la que hace referencia el analista es el lobby sionista. Si les digo que los directivos y accionistas de las treinta empresas multinacionales que más cotizan en el índice Dow Jones están controladas por parte de este lobby, queda evidenciada la importante presión que éste puede ejercer sobre el presidente de los EEUU. Wal-Mart Stores, Walt Disney, Microsoft, Pfizer Inc, General Motors, Hewlett Packard, Home Depot, Honeywell, IBM, Intel Corporation, Johnson & Johnson, JP Morgan Chase, American International Group, American Express, AT & T, Boeing Co (armamentista), Caterpillar, Citigroup, Coca Cola, Dupont, Exxon Mobil (petrolera), General Electric, McDonalds, Merck & Co, Procter & Gamble, United Technologies, Verizon, son controladas y/o gerenciadas por capitales y personas de origen judío. Tienen un poder que puede hacer temblar, y de hecho lo hace, a cualquiera que se interponga en su camino.

Mucho otros grupos de presión actúan sobre Barack Obama, quien tiene que sondear con pies de plomo cada una de sus políticas. Es un hombre que camina sobre un terreno minado.

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